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Relatoría clase 25/03/14

En la primera clase se realizó una introducción sobre la mundialización de las actividades, de los mercados financieros y bienes productivos que se encuentran vinculados con los medios de comunicación social.
La mayoría de las empresas hoy en día se encuentran globalizadas, proceso que fue conducido por el capital financiero y los modelos político-económicos regidos por el neoliberalismo.
Como consecuencia, el Estado como organización jurídica y reguladora, tuvo un gran retroceso debido a la entrada de las corporaciones al nuevo escenario, donde la política queda como “rehén” de estas lógicas corporativas. Lo mismo sucede con las instancias sociales y esto tiene grandes repercusiones en la comunicación pública.
Este complejo proceso de globalización deja muchos excluidos en la sociedad, que no pueden acceder a una educación, vivienda, salud y salario justo. Sin dejar de mencionar que, al existir estos sectores excluidos, se aumentan la brecha digital ya que no tienen acceso a las tecnologías de la información.
Otra característica de este modelo de desarrollo, que no sólo se da en América Latina sino también en varios países de Europa, es que engendra poderes mafiosos (como el narcotráfico). Los estados provinciales y municipales pierden poder y son manejados por estos grupos, lo que afecta notablemente a la democracia ya que terminan controlando el territorio.
Otra consecuencia muy importante es la contaminación ambiental y la eliminación de ciertos recursos energéticos no renovables. Indudablemente, tiene que haber un control por parte del Estado y las empresas, y la comunicación debe jugar un rol fundamental en esta problemática.
Si bien la forma de apropiación a esta globalización es muy diferente en cada país, este proceso de mundialización hizo que se difunda un modelo cultural único, que no sólo pretendía ser universal sino que además buscaba homogeneizar todos los bienes culturales.
En los últimos años, en América Latina se está llevando a cabo un replanteo sobre este modelo neoliberal. Cada país está cuestionándolo como puede, según sus posibilidades. Somos consientes de que ya no se necesitamos un Estado intervencionista como en los ’50, pero tampoco uno inexistente. Necesitamos un Estado que intervenga, regule, planifique y sobre todo, que esté presente.

No se sabe cuál va a ser el desarrollo final de este proceso histórico, que llevará dos o tres generaciones. Pero sí sabemos que necesitamos consolidar modelos económicos más inclusivos y participativos, junto con un sistema de comunicación más justo, equitativo y federal, que haga visible las voces ocultas y las pluralidades culturales y étnicas. Para ello es fundamental el rol del comunicador, que debe utilizar las herramientas que tiene a su alcance (como los medios alternativos o las redes sociales), para asegurar que cada ciudadano pueda expresarse libremente y que a todos les llegue la información.

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